La belleza de la poesía de Inger Christensen reside en la combinación entre su rigor estructural, análogo al de las matemáticas o la música, y el lirismo y la energía de su estilo, como revelan las cuatro obras breves que reúne este volumen. Escalera de agua es una suite en la que la voz poética va recorriendo cinco plazas y cinco fuentes de la ciudad de Roma, y cuya estructura, cimentada en las repeticiones y variaciones de los elementos que componen el texto, alcanza hondas resonancias estéticas.
Carta en abril, inspirado en la música serial, es un poema que cuenta el viaje de una mujer y su hijo a un país extranjero, un viaje que resulta ser un trayecto hacia el corazón de la infancia, representada en el aprendizaje de una nueva lengua. En Poema sobre la muerte, la poeta se enfrenta a la página en blanco, vislumbra en ella el principio del fin, e inicia una reflexión sobre la vida, el paso del tiempo, la imposibilidad de escribir y el presentimiento de que se aproxima al final de sus días.
Cierra el volumen la última obra que escribiera Christensen, El valle de las mariposas. Un réquiem, uno de sus poemas más complejos y delicados, una corona de sonetos que describen la belleza y la fragilidad de las mariposas, y en los que resuenan los temas de la memoria y, de nuevo, la muerte, y cuya forma, descubrirá el lector, es la de un círculo perfecto.
El valle de las mariposas es una nueva oportunidad para sumergirnos en la obra de Christensen, quien hizo de su poesía un lugar verdaderamente universal: el espejo del mundo.
«Christensen me susurra durante mi propia escritura. Para mí es una madrina literaria inagotable, a quien leo y releo una y otra vez».
Siri Hustvedt