Ficción y realidad se combinan en este cuento para narrar los acontecimientos que permitieron que Balduino de Edesa fuera coronado como rey de Jerusalén el 25 de diciembre de 1100, en Belén. Con un guiño estilístico a las crónicas de la época y con ecos a La Alexiada, de Anna Comena, Murguía nos sumerge en la historia de Balduino, el hijo menor del conde Eustaquio II de Boloña, quien creció a la sombra devota y feroz de su hermano Godofredo, amándolo más que a sus indiferentes padres. Al llegar a la edad de ir a la guerra, Godofredo siguió el ejemplo de su padre y ganó fama en las guerras que emprendió. En cambio, Balduino, destinado a la Iglesia por su condición de hermano menor, se alegraba de no tener que ir a luchar, aunque tampoco gustaba de los rezos a los que terminó renunciando. Al poco tiempo, sin nada que perder, decidió acompañar a su hermano a la Cruzada en busca de tierras y fortuna, y así, con esta idea y en igualdad de condiciones, los hermanos emprendieron un viaje que los llevó a recorrer caminos distintos.