La revolución ocurrió, aunque muchos no se enteraron.
Años setentas. En Medellín se escuchan gritos de libertad que vienen de otros lugares del mundo. El movimiento estudiantil colombiano está en un punto de gran agitación. Las ideas llenan los auditorios de las universidades y se muestran en las paredes de toda la ciudad. Los jóvenes militantes alzan los brazos, empuñan las manos, muestran los dedos que señalan y juzgan. La sociedad cruje. Mientras tanto, el Gordo mira a través de la ventana de su casa, le parece ver pasar la vida que no pudo vivir. Sabe que es lento, demasiado lento para ese vértigo que se mueve afuera. Y Juancho, su hermano, se siente atrapado entre esas dos dimensiones, como si estuviera viviendo de nuevo el drama de George y Lennie, los protagonistas de la novela de Steinbeck De ratones y hombres.