En 1971, se estrenó en Latinoamérica una serie de televisión distinta. Su sencillez estética y argumentativa, con personajes inspirados en la población clase media (con los conflictos, precariedades e ínfulas arribistas que en ella se encuentran) fueron el pase directo para que televidentes de toda la región se sintieran identificados con El Chavo del 8. Su creador, guionista y protagonista, Roberto Gómez Bolaños, consolidó así una carrera humorística que lo llevó a ser símbolo de la cultura latina, al nivel de su compatriota Cantinflas o de íconos y colegas foráneos como Charles Chaplin o Stan Laurel y Oliver Hardy. Pero como su personaje más conocido, él también tuvo sus «chispotiadas».
Juan Fernando Hincapié nos presenta un ensayo sobre el «programa número 1 de la televisión humorística» en el que, luego de varios años, regresa para analizar varios episodios de El Chavo y otros proyectos menos exitosos de Roberto Gómez Bolaños. También, el autor hace una crítica sobre sus memorias y la relación, varias veces conflictiva, con los otros miembros del elenco.