Kaoru se detiene al comienzo de la calle. La casa en la que ha crecido parece ahora mucho más pequeña de lo que recordaba. Pero cuando Sakura lo recibe agitando la cola, el sentimiento de confusión desaparece. Kaoru está de nuevo en casa. Y ha llegado el momento de reencontrarse con su familia.
Hubo un tiempo en que los Hasegawa eran la familia perfecta. Los padres de Kaoru siempre sonreían y desprendían amor. Su hermana menor, Miki, era la chica más valiente que jamás había visto. Y su hermano, Hajime, era el primero en cualquier cosa que se propusiera, y llenaba el mundo de una belleza única. De Kaoru no podía decirse lo mismo. No destacaba en nada en particular: en la escuela era bueno, pero no el mejor; gustaba a las chicas, pero nunca lo suficiente. Sus hermanos, sin embargo, brillaban como las estrellas más luminosas del cielo. Y a Kaoru no le importaba quedar al abrigo de la luz que reflejaban. Pero incluso las familias más maravillosas pueden romperse en pedazos. La memoria del pasado puede disiparse, recrudecerse, borrarse.