Esta es la historia de una princesa de la nobleza rural de los Cárpatos que llevaba una férula ajustada con tornillos de cabeza avellanada y correas de vaqueta en la pierna izquierda. De un peluquero escultor de caballos, de barba frondosa abierta en dos alas, que creía haber inventado el carrusel. De un factor de comercio, también de barba frondosa en dos alas, que se creía hijo del emperador Maximiliano. Y de un cocinero hablantín y marrullero que salvó de morir a un dictador. El peluquero inventor termina sus días envenenado y su cadáver es lanzado al fondo de un río. El factor de comercio termina los suyos frente a un pelotón de fusilamiento. Y el cocinero tiene su fin arrastrado por una embravecida corriente de lluvia, en estado de ebriedad. Empieza en 1905 en la aldea de Siret, entonces territorio del Imperio austrohúngaro, y acaba en Managua en 1917, bajo la ocupación militar de los Estados Unidos, con una conspiración de final inesperado.
El caballo dorado es también la historia de un carrusel llegado tras un largo viaje por mar a Nicaragua, y con el que la princesa fue después de pueblo en pueblo, de fiesta patronal en fiesta patronal, los caballos de madera cada vez más venidos a menos por el paso del tiempo.
Sergio Ramírez despliega toda su maestría narrativa en esta deliciosa novela a medio camino entre el relato de aventuras y el de enredos, intrigas palaciegas y picaresca moderna. Plena de humor y de imaginación, El caballo dorado narra el viaje desde una Europa que ya no existe hasta una Nicaragua convulsa para cumplir el sueño inverosímil de un inventor que inventó lo que estaba ya inventado.