A través del relato del Arqueólogo, que ha convivido con los mulai, los lectores se adentran en la historia de una civilización surgida por accidente, fruto de una misión espacial que cayó en el olvido. Los mulai no sólo han conseguido sobrevivir en unas condiciones climáticas extremas, sino que han desarrollado una forma de relacionarse que tiene características inspiradoras: cada individuo trabaja cuando y en lo que quiere, no hay jerarquías sociales, no existe la propiedad y siempre se agrupan de tres en tres. El dios al que rezan, Dog, sólo puede ser objeto de agradecimiento, nunca de súplica, y el cierre de sus oraciones siempre es ternario: «El árbol viene, el árbol viene, el árbol viene», para ellos, el vago recuerdo de una tierra frondosa funciona como el de un paraíso perdido.