Un suceso inesperado empaña la rutina de la tranquila ciudad de Saint-Louis, próxima a la frontera entre Francia y Suiza. En la autopista A35 se ha producido un accidente, y un conocido abogado de la ciudad ha muerto en circunstancias extrañas. Inmediatamente se desencadena una investigación a tres bandas, y el taciturno inspector Georges Gorski, a quien conocimos en La desaparición de Adèle Bedeau, habrá de vérselas no solo con su homónimo estrasburgués, el prepotente inspector Lambert, sino también con un joven aficionado dispuesto a hacerle la competencia: Raymond Barthelme, hijo adolescente de la víctima, rebelde sin causa y apasionado lector de Sartre, que emprende por su cuenta y riesgo una investigación paralela. Mientras, la vida privada de Gorski se tambalea, y el inspector busca respuestas y refugio en los bares de Saint-Louis, donde los demonios y los fantasmas del pasado parecen acechar en cada rincón.
Un misterio policiaco de aires simenonianos, una novela de intriga à la française con una enorme carga psicológica y repleta de agudísimos brochazos de humor negro, sutil y sofisticado.