Después de afirmar con rotundidad que en su casa no entraba un gato, Pedro adoptó a la pequeña Mía. Confiado, aseguró --incluso con mayor rotundidad-- que un segundo gato era imposible. Cuatro años después, Atún, un precioso gatito de pelo blanco y gris, cruzaba el umbral de su hogar. Con su carita de no haber roto un plato, estaba a punto de poner patas arriba la apacible rutina de su nueva familia. Los tres --Mía, Atún y Pedro-- empezaban una nueva vida. En estas divertidas historias, Pedro narra la maravillosa experiencia de compartir la vida con dos pequeños tigres. Un sinfín de anécdotas y relatos sobre el mundo felino para aprender a ser un poco más gatos. Falta nos hace.