La original riqueza de la literatura de Felisberto Hernández no surge solamente por contraste con el nativismo predominante en el Uruguay de los años treinta, sino que incluso trasciende la coyuntura temporal y programática de las vanguardias, al punto que varias décadas más tarde críticos y escritores siguen afirmando que Felisberto no se parece a ninguno. Aunque se nutre de materiales autobiográficos su escritura excede lo anecdótico, provocando un extrañamiento -diferente al del género fantástico- cuya singularidad, antes que sus temas o motivos, proviene de específicas operaciones formales y de un nivel figurativo más cercano al lenguaje poético. Su obra se nos revela como la búsqueda insomne de abordar una realidad más auténtica y profunda que la que nos propone el sentido común, los estereotipos o las convenciones.