Cuando su madre se estaba muriendo, Philip Kennicott empezó a escuchar de manera obsesiva la música de Johann Sebastian Bach. Era lo único que no le resultaba trivial e irrelevante en un trance tan delicado. También tras el fallecimiento, en medio del duelo, Kennicott encontró en las composiciones de Bach una mezcla única de alegría y dolor, una pulsión dual de celebración de la vida y experiencia de su propia muerte. A partir de este momento, tomó una decisión: adoptaría a Bach como guía para su crecimiento personal y volvería a tocar el piano -un instrumento que aprendió de niño, y que odió en la adolescencia- para estudiar una de las mejores obras maestras del teclado del compositor alemán: las Variaciones Goldberg.Con una brillante carrera como crítico de música y de arte a sus espaldas, Philip Kennicott quiso dejar constancia, a través de estas páginas, de sus esfuerzos para estar a la altura de este desafío autoimpuesto. Como en la técnica musical del contrapunto -de la cual Bach es considerado el maestro absoluto-, en este libro se combinan dos melodías para formar un conjunto armonioso, bello y conmovedor: por un lado, la historia personal de Kennicott, un joven atenazado por la dominante figura de su madre, a la que amó y odió tanto como al piano que ella le forzó a tocar, y por el otro, la historia de Johann Sebastian Bach y sus Variaciones Goldberg, una obra misteriosa, con muchas lagunas de información, que gracias a intérpretes como Glenn Gould se ha convertido en una de las composiciones más escuchadas y queridas de la historia de la música. Un libro sobre la pérdida y la falta de afecto que se transforma, con el paso de las páginas, en una bella historia de amor por la música y por la vida -