Nacido en el siglo VI a.n.e. en una pequeña aldea, Confucio ha marcado con su sello no sólo el destino de China sino la vida intelectual y moral de Extremo Oriente a lo largo de más de veinte siglos de historia. Con todo, la perennidad de su figura y la extraordinaria influencia de su doctrina son aún un enigma pues, en realidad, no se conserva más que una magra colección de aforismos y máximas compiladas por sus discípulos, una escueta biografía redactada tres siglos después de su muerte y algunas citas dispersas en textos posteriores.
Este fascinante ensayo del sinólogo Jean Levi se propone esclarecer la vida y la obra de Confucio desde una perspectiva audaz y original. Lejos de acudir a imágenes recurrentes, ofrece al lector la pintura puntillista de una búsqueda espiritual captada no tanto a través de las palabras sino por medio de una marquetería de gestos ínfimos, de anécdotas triviales que revelan sin embargo las relaciones de Confucio con las cosas y las gentes. Más que dar la descripción de un pensamiento discursivo, este libro nos introduce en los pasos de una coreografía existencial. Jean Levi no pretende reconstruir el pensamiento de Confucio en abstracto, sino presentar el esbozo de sus avatares y periplos, de sus fracasos y frustraciones, de la relación con sus discípulos y con los dirigentes de su tiempo, de su pasión por las formas rituales y el legado de la tradición, de su gusto por la música y la danza, de su sentido del humor y del honor, en el convencimiento de que es en esa dimensión vital donde reside la verdadera esencia del Maestro.