BONNETT, PIEDAD / NARANJO, JAVIER
Casa de las estrellas nos permite acercarnos a la niñez en abstracto, pero también a unos niños concretos, a unos colombianos entre los cuatro y los doce años que viven un país que no ha conocido la paz durante décadas, donde la modernización y eso que llamamos progreso coexisten con la pobreza y el atraso.
Casa de las estrellas se puede leer cada tanto en silencio para nosotros o en voz alta para uno o varios amigos y siempre nos arrancará carcajadas, o sonrisas irreprimibles, o exclamaciones incrédulas.
En cada página de este libro volvemos a comprobar que la mente de los niños crea una lógica imprevisible para el adulto. ¿Cómo no reírnos al leer que para mí el niño es algo que no es perro, o que una mujer es un muchacho que tiene mucho pelo? En ocasiones, esa otra lógica saca a la luz, con una sinceridad devastadora, cruel, verdades que a veces no vemos o que nos negamos a ver.
Casa de las estrellas le da voz a los niños de manera genuina, y no como en los comerciales o en los discursos institucionales, donde se los usa para hacerlos decir cosas que ellos jamás dirían. Y los niños se toman muy en serio su tarea, aprovechando que hay oídos dispuestos a escucharlos. Tanto, que hay uno que no puede resistir la inquietud que lleva adentro, y, cuando le piden que defina amor se va con todo: Conseguir una novia por acá y otra por mi casa y quiero que mi mamá se enflaquezca porque está muy gorda.
(Apartes del prologo de Piedad Bonnet.)