Con sus doscientas páginas, este libro del profesor de la Universidad Nacional de Colombia e
investigador de Cinep Mauricio Archila se inserta de lleno en un álgido debate, en desarrollo desde
hace algún tiempo en el campo de la historia y, por necesaria extensión, en el de las ciencias sociales en su conjunto: el de las fuentes, las técnicas y el significado social de ambas.
Durante demasiado tiempo se ha reservado la cientificidad para aquella historia que se
fundamenta en los documentos escritos, supuestamente los únicos portadores de fidelidad a los
hechos, de objetividad y rigurosidad, lanzando al limbo de la prehistoria o de la leyenda a la de las
sociedades o sectores sociales ágrafos de ayer y de hoy.
En concreto y para sociedades como la nuestra, con sus elevados índices de analfabetismo
entre los sectores populares que hacen difícil cuando no imposible la producción, conservación,
disposición y utilización de materiales escritos, esa clase de historia implica la exclusión del pueblo
del campo histórico, convirtiendo éste en exclusivo coto de caza para los acontecimientos,
personajes, ideas, concepciones y juicios de las clases dominantes, detentadoras plenas de la
escritura en todas sus implicaciones.