En los últimos años, hemos asistido a una proliferación colectiva de polarizaciones en muchos contextos cotidianos, países y culturas. Resulta una evidencia incontrovertible que se odia (al igual que se teme) demasiado y a demasiadas cosas. No podemos seguir pensando que tales sentimientos son un asunto estrictamente privado. Tanto es así, que ha habido quien ha llegado a definir la sociedad actual como una auténtica sociedad del odio. De ahí la necesidad de ponerlo en conexión, en tanto que «sentimiento social», con otros factores de la esfera colectiva que son la violencia y la (expectativa de) emancipación. ¿Qué función desempeñan hoy en día estas tres categorías?