¿En qué momento el pensamiento fundacional entró en las filas de los anarquismos? ¿Qué peligros inadvertidos encierra este oxímoron? ¿Cómo volver al origen sin reivindicar un origen estable? Si todo arché, todo principio fundacional, conlleva el riesgo del totalitarismo, el anarquismo debe problematizar y combatir el regreso a cualquier fundamento que se pretenda sólido, atemporal y dogmático. Sin embargo, el mal contra el que se lucha existe también, a menudo, en la propia trinchera. En este lúcido ensayo, Tomás Ibáñez, reconocido militante libertario, remueve las aguas del pensamiento anarquista para señalar los peligros que anidan en las contradicciones internas del movimiento. La dominación, como Proteo, tiene una y muchas caras que se manifiestan y cambian sujetas a la época que las cobija. Si los anarquismos pretenden hacer frente a la lógica de la dominación, tienen que aceptar, a su vez, la misma lógica cambiante. Para ello, es necesario no reproducir en la lucha lo mismo que se pretende combatir, y repensar, una y otra vez, los propios axiomas para aceptar que no hay un centro ni un origen, que se camina en el desastre y que el desplazamiento de todo arché es un imperativo inacabable.