En el momento en que enviamos este libro a imprenta, el Ejército israelí prepara su ataque terrestre sobre la Franja de Gaza, que ha prometido devastador como represalia contra la ofensiva de las milicias de Hamás sobre su territorio. Sabemos que Israel no encontrará en Gaza un ejército, sino un sistema de guerrilla que se apoya en su inmejorable conocimiento del terreno y en una extensa red de túneles. Se desconoce, sin embargo, si en esta ocasión las tropas israelíes replicarán la insólita estrategia militar a la que recurrieron en el pasado, durante cerca de una década, coincidiendo con la Segunda Intifada.
Por entonces, los ataques contra ciudades palestinas se orquestaron mediante el desarrollo de una táctica absolutamente inédita: en lugar de progresar por las tortuosas vías de los distintos barrios o campamentos de refugiados, los soldados avanzaban pasando de casa en casa, atravesando muros, suelos, techos, salones, habitaciones y cuartos de baño, sin pisar nunca las calles. Así, transformando por completo el concepto de espacio (transfigurando el interior en exterior y viceversa), se protegían del punto de mira de los combatientes palestinos y convertían los hogares de los civiles, de forma traumática y humillante, en el verdadero campo de batalla. Pero ¿cómo concibió el alto mando militar israelí una idea semejante?