Joan Miró (1893-1983) es uno de los pintores españoles más importantes del siglo XX. Sus primeros trabajos muestran claramente la influencia del fauvismo y el cubismo; el paisaje catalán también da forma a los temas y al tratamiento de esas obras iniciales. En sus viajes, Miró conoció a la vanguardia intelectual de su época; entre sus amigos se incluían Francis Picabia, Tristan Tzara, André Masson, Jean Arp y Pablo Picasso.
Desde mediados de la década de 1920 Miró se esforzó por dejar referencias objetivas directas y por desarrollar los pictogramas que caracterizaban su estilo. Los cuadros de este periodo, quizá los más bellos y significativos de toda su obra, prescinden de la espacialidad y de una inequívoca referencia a los objetos. A partir de este momento, las superficies están definidas por cifras, letras, símbolos abstractos y juguetonas figuras y criaturas.
El año 1944 vio el principio de su extensa producción gráfica, de cerámicas, murales monumentales y esculturas. En estas obras el artista catalán perseguía, además, la sólida fundación de un arte figurativo y simbólico con una orientación que tuviera en cuenta el contenido: caras, estrellas, lunas, rudimentarias formas animales y letras. Joan Miró desarrolló a lo largo de diferentes etapas su característico estilo caligráfico fluido y su mundo de formas semejantes a símbolos taquigráficos; del fauvismo al surrealismo a través de su original estilo infantil, Miró trató de conmocionar al establishment y hacerse así un nombre.