Michelangelo Merisi, mejor conocido como Caravaggio, se encuentra en el umbral de la muerte, y, como dicen, está viendo pasar su vida ante sus ojos. Las primeras imágenes corresponden a su pubertad, al inicio de su carrera como pintor, para después dar paso a los recuerdos de Milán, lugar en el que trabajaría en diferentes talleres, siempre bajo la consigna de establecer uno propio (lo cual lograría en Roma). Así, las imágenes más vívidas de su agonía comienzan a llenar la pantalla, las fronteras del tiempo se disuelven y su obra, finalmente, lo eterniza.